sábado, 2 de abril de 2016

La Nueva Educación



"No podemos olvidar jamás que si queremos enseñar, quienes primero tenemos que estar aprendiendo constantemente somos los maestros". Pienso que es la frase más importante de todo el libro: debemos de estar en constante aprendizaje, ya seamos maestros, médicos, abogados, barrenderos... Cada día salen cosas nuevas y debemos de ser críticos y, a la vez, abiertos a nuevas ideas y nuevas metodologías, para intentar mejorar un poquito todos los días.

Las cuatros palabras que más utiliza César Bona son RESPETO, SENSIBILIDAD, ACTITUD Y EMPATÍA. Del respeto nos comenta que no debemos imponerlo, sino que tenemos que ganárnoslo, igual que los alumnos se lo ganan. Eso nos llevará a tratar de empatizar con los niños y las niñas de nuestro aula. Empatizar significa ponerse en el lugar del otro, y en este caso, es muy importante saber qué les preocupa a los pupilos, qué les gusta hacer o dónde viven. Todo importa en su educación.
Siempre que tengamos una actitud positiva y ser proactivos conseguiremos tener sensibilidad y, sobre eso, trabajar duro en el aula para conseguir formar PERSONAS, no buenos ciudadanos (eso ya llegará), sino personas que sepan controlar sus emociones y aprendan de cualquier cosa.

De aquí viene que César Bona nos diga que no por no utilizar los libros en el aula, el niño no va a aprender. Debemos de dejar esta idea a un lado para abrir las mentes y pensar que otra educación es posible, donde propongamos al alumno ciertas actividades que estimulen su creatividad. Aquí realiza él mismo una crítica a los maestros: no podemos pretender que los alumnos sean creativos o sepan gestionar sus emociones si los propios profesores no saben serlo o no las controlan.
Somos un continuo ejemplo para los niños. Nos tratarán de imitar en todo momento, por lo que debemos ser un buen referente para ellos.

También, insiste mucho en que la educación se debe basar en el factor humano del alumno, que él sea el centro de importancia en su propia educación. Los maestros y los padres, para que esto se pueda conseguir con éxito, deben cooperar y trabajar siempre juntos, que todos sientan pasión por lo que hacen. Una de las frases que más me ha llamado la atención y más me ha gustado es la de que debemos educar en cooperación y no en competitividad, fomentar que el alumno sea mejor de lo que era antes (sin tener que compararlo con sus compañeros), a través del respeto y del esfuerzo, entre otras cosas.

Es cierto que en la educación clásica, la de toda la vida, los profesores castigaban pero no planteaban en muchas ocasiones soluciones. Lo que plantea César Bona es que una crítica, un castigo, debe estar seguida por una alternativa atractiva y educativa para el niño.

Creo que otra clave del libro es cuando nos dice que él es maestro, sí, pero que no lo sabe todo, que los propios alumnos pueden enseñarle a él. Insiste mucho en esta idea, en que todos aprenden de todos, y pienso que así debería ser la educación de hoy en día, ya que la información la podemos encontrar en muchos medios, pero es cierto que un profesor nos puede ayudar o guiar el camino para que vayamos por una buena dirección y, dentro de ese camino, poder pararnos en varios hoteles y elegir el que más nos interese, pudiendo contrastar unos con otros.

Sin embargo, tengo que hacer una pequeña crítica a uno de los comportamientos que tuvo César Bona en su etapa como maestro en un colegio concertado: en ese centro los profesores tenían que llevar una bata blanca, pero él no quería ponérsela. Un día, el director fue a decirle que debe ponérsela, ya que es la política del colegio. Él accedió y se puso, además, un bigote postizo, simulando que era médico y "burlándose" de la forma en la que iba él mismo. El director lo vio y, obviamente, no le gustó. Creo que aquí el autor se equivoca porque pide que los alumnos sean respetuosos pero, en este caso, no está siendo respetuoso con el centro. Pienso que puede haber otras formas para evitar ponerse la bata, como hablar con el director o con el resto de profesores, o ponérsela pero actuar como si no la tuvieras, o cambiarte de colegio si esa idea no te convence. Él dice que los maestros SOMOS UN CONTINUO EJEMPLO para ellos. ¿Qué pasará cuando un alumno como el que tuvo en ese centro y le vio adoptar esa actitud tenga que reaccionar ante algo parecido? ¿Se burlará igual?
Es solo un pequeño apunte o cosa que no terminaba de convencerme cuando lo estaba leyendo. Es un garbanzo marrón entre cien garbanzos maravillosos.

Por último, no puedo dejar de escribir sin decir una frase que me caló mucho: "Debemos ver y analizar lo que la gente llama "problemas" y mirarlos como "retos" y buscar qué os pueden enseñar a vosotros y qué podéis sacar de positivo de allí.". No debemos refugiarnos en que el niño es difícil de tratar y ya está. No. Tenemos que insistir con ese tipo de niños, convirtiendo ese supuesto problema en un reto educativo.

Como he podido leer en otro blog de una de mis compañeras, me lo leeré otra vez ya que es un libro perfecto para no olvidarte de la que realmente nos debe importar: FORMAR PERSONAS.

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